Nueva York. 23 de julio de 1934. El submundo, que durante mucho tiempo había ganado mucho dinero al cubrir las apuestas en carreras de caballos, desea obtener un nuevo invento: las apuestas por teléfono, que puede acercar los resultados de las carreras de caballos a los corredores de apuestas de todo el mundo. Esa noche lluviosa, Michael Barrigan y Frederic Withers (quienes, junto con su socio Douglas Barrows, son dueños y dirigen el Servicio de Noticias Transpacífico) reciben una llamada urgente de Barrows, pero Barrigan encuentra a Barrows muerto en una casa de apuestas (la habitación de atrás de las floristas de Hayes) cuando llega allí.
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